Pepinos de altura

El agricultor se llama Joaquín Parejo. Su invernadero, situado en la zona de Matagorda (El Ejido, Almería), era el segundo en el que nos bajaba el autobús de Nunhems. El hombre con una sonrisa de oreja a oreja recibía a todos los que entrábamos en su finca, alrededor de 140 productores del Poniente almeriense. Y algunos periodistas.

Me quedé unos minutos a escuchar cómo hablaba de su explotación de pepinos. Siempre me gusta oír lo que dice el dueño del invernadero porque es conciso, va al grano y sabe en pocas palabras decir en qué se distingue la variedad que tiene plantada. “Es productivo, le cunde soltar pepinos y sobre todo tiene calidad, todo son primeras, no hay prácticamente segundas”, resumía. La variedad se llama Brujula. Un pepino tipo Almería para tardío.

A continuación le dije que se pusiese en algún líneo para hacerle el pertinente retrato. Entonces se le acercó César Moreno, especialista de pepino de Nunhems, para salir también en la instantánea. Y ni corto ni perezoso el agricultor, Joaquín Parejo, cogió una caja de su cooperativa y la colocó para subirse y así acortar la evidente diferencia de estatura que lo separaba de su compañero de foto. Aquí tenéis la instantánea, simpática donde las haya (de ahí el titular de ‘pepinos de altura’). En la sonrisa se distingue que Joaquín es un buen hombre. Seguro que además es buen agricultor.

Relevo generacional

En la jornada de esta nueva variedad de pepino he visto muchos padres e hijos, lo que denominamos relevo generacional. A Joaquín lo acompañaba su hijo, también de nombre Joaquín. Pero no eran los únicos. También Manuel Parrón, padre e hijo, a los que retraté en otra instantánea. Manuel vino a saludarme porque hace varios años estuve en su finca de melón piel de sapo. No lo reconocí al principio, pero luego cuando me dijo que el artículo en el que apareció fue un post sobre las medidas preventivas frente al Nueva Delhi, entonces recordé su invernadero hermético para impedir la entrada de la mosca blanca.

En el evento también me encontré a Dani, un antiguo compañero de instituto. Dani es ingeniero (no recuerdo si es industrial o de telecomunicaciones), y desde hace varios años se ha arrimado al campo. Me explicó que desde que es agricultor duerme mejor y es más feliz, que cada mañana se levanta más alegre, sin cosquilleos en el estómago, a diferencia de cuando trabajaba por cuenta ajena en otro sector. Aparece con su media sonrisa sosteniendo dos frutos de Brujula.

Pepino para poner en octubre

Y ya que el propósito de esta jornada de campo era el pepino, hablemos de dicha variedad. Juan Carlos Rodríguez, técnico comercial de pepino de Nunhems, me describió el hueco del mercado que busca cubrir. Un pepino para acabar con calidad el ciclo, incluso alargándolo. Variedad para poner en octubre, que puede llegar hasta mediados de marzo, si se lleva en buenas condiciones. “Sin cuello de botella, no da frutos lisos, es lo que demanda el mercado, un pepino de calidad al final de su ciclo”, aseveraba.

A Juan Carlos y a su compañera María Jesús López los podéis ver rodeados de pepinos. Según Juan Carlos, este año en el campo ya hay alrededor de 120 hectáreas con Brujula.

Luego también encontré a Antonio Expósito, casi tres décadas sembrando pepinos. “Lo importante es que un pepino dé calidad hasta el final, que no se chupe ni sea afilado, que sea uniforme”, comentaba.