En una de las cúspides de la sierra almeriense de Los Filabres se ubica el Observatorio Astronómico Hispano-Alemán de Calar Alto. Es una buena propuesta para hacer una escapada durante este otoño, que acabamos de abrir.
Lugar abrupto, con un paisaje casi lunar, que atrae a los amantes de la astronomía y a los que quieren sentirse más cerca de las estrellas. Y es que la naturaleza del entorno lleva a la ilusión, incluso la fantasía de creerse a pocos pasos de esos otros territorios que nos sobrevuelan.
Sus grandes telescopios, dependientes del Instituto Max-Planck de Astronomía de Heidelberg (Alemania), del Instituto de Astrofísica de Andalucía (CSIC-Granada) y del Observatorio de Madrid son de película. Impresionantes moles blancas desde las que el científico tendrá que hacer frente a diario a los dilemas universales de quiénes somos, adónde vamos y sobre todo quién nos rodea.
Solitarios son también los parajes que rodean a este centro astronómico. Una especie de descontaminación natural, un espacio desde el cual es fácil olvidarse de los quehaceres urbanitas. Y rápido. La mente enseguida se desliga de problemas banales y de los ecosistemas del estrés que envuelven a diario nuestras relaciones como colectivo. Una escapada a Calar Alto desestresa.
Y si se acude sin reloj, sin la presión del tiempo, es más que recomendable perderse recorriendo algunos de sus caminos. El ambiente que rodea a Calar Alto nos envía constantemente señales de que hay senderos en un radio de 360 grados. Desde uno de ellos Ana tomó esta bonita instantánea de parte del mar de plástico. Los invernaderos del Andarax se dibujan al fondo apuntando hacia el Mediterráneo.