Juan Rodríguez García, natural de la localidad granadina costera de La Rábita, es administrador de empresas y ha sido durante más de una década presidente de una importante patronal empresarial de Cataluña. En Barcelona logró multiplicar la facturación de las empresas de su organización, a través de un modelo profesional de gestión comercial y de optimización de recursos que quiere ahora extrapolar a la agricultura de Granada y Almería a través de los llamados consorcios hortofrutícolas. Juan Rodríguez, junto a Caridad Navarro del CADE (Centro de Apoyo al Desarrollo Empresarial) de Carboneras, han presentado en diferentes jornadas organizadas con agricultores este modelo que Juan define en términos de “revolución organizada, que al ser organizada es menos revolución y más posible”.
1.- ¿Puede el eslabón más débil de la cadena agroalimentaria, es decir, el de los productores convertirse en el más fuerte? Sí, afirmativo. Con las herramientas necesarias y la unión del sector donde los agricultores tienen que ser los protagonistas. Y si no ser el más fuerte, si estar donde se toman las decisiones más importantes en lo que respecta a los problemas de nuestra actividad.
2.- ¿Son posibles las revoluciones en el campo? Sí, son posibles siempre que sean revoluciones organizadas y bien documentadas porque siempre que hay una revolución nace una contrarevolución; por eso es importante creer en el trabajo y organización permanente para que estas revoluciones puedan llevarse a cabo.
3.- Pone usted como ejemplo para conseguir cambiar esos equilibrios en la cadena la creación de consorcios hortofrutícolas según comarcas, por ejemplo, Consorcio Hortofrutícola Europeo de la Costa Tropical, Consorcio Hortofrutícola Europeo del Poniente almeriense o del Campo de Níjar, ¿pero cuál es su naturaleza y quiénes lo conformarían? Evidentemente la creación de los consorcios por comarca estarían compuestos por todos los actores que representan el sector y hacen su actividad dentro de él, por ejemplo, agricultores, unidades de productores, cooperativas, alhóndigas, SL, SA y otras denominaciones empresariales. Serían los representantes de cada municipio, comarca, provincia, autonomía y a nivel nacional los que la formarían y además participarían empresas europeas. Esta denominación empresarial sería una agrupación de interés económico europeo (AIEE).
4.- En su proyecto propone usted representación del consorcio en cada pueblo en el que haya productores, ¿con qué propósito? El propósito es conseguir la máxima unión del sector y tener una herramienta viva que permita la participación de los agricultores para que sean los protagonistas de su propio destino y futuro.
5.- ¿Por qué es importante la imagen corporativa? Es importantísima porque en los mercados europeos es la que vende. Imagina el impacto de que los transportistas lleven la misma identidad corporativa en sus vehículos porque da prestigio y visión de productos de calidad, además de ser una herramienta eficaz de marketing.
6.- Centralización de la oferta, según almacenes especializados… Se puede, tal como refleja el proyecto. Existen varias fórmulas para llegar a este objetivo. Difícil pero no imposible.
7.- Control de la oferta y la demanda para estabilizar los precios. La planificación. Es una cuestión clave, pero compleja, ¿es posible lograrla? Es posible lograrla siempre y cuando logremos introducir una serie de medidas que están completamente ya desarrolladas como, por ejemplo, las centrales de biomasa para aprovechar excedentes y transformarlos en productos útiles para el campo.
8.- Este tema de la comercialización es el epicentro de todo. ¿Cómo se ejecutaría? ¿A través del Consejo de Administración? ¿Cómo? Una vez implantadas las agrupaciones de interés económico, donde en los consejos estarán representados todos los actores del sector agrícola, será donde se tomen las decisiones pertinentes.
9.- ¿Se podría acceder a más fuentes de financiación? En el tema de formar AIEE se nos abren muchas vías de negociaciones y otras ayudas que se quedan en el camino y no llegan al sitio adecuado . Por lo tanto, con la unión se crea un volumen de negocio con el que todas las entidades financieras estarían dispuestas a trabajar, incluso pensar en un futuro la entrada en bolsa.
10.- Lobby. Es uno de los retos históricos del sector, pero ¿es viable y real? La palabra lobby no me gusta tanto pero estamos dirigidos por grandes lobbies tanto a nivel nacional, europeo, como mundial. A raíz de la globalización hoy tenemos un mercado único, el mundial con lo cual el sector primario no participa y no está representado en todos estos organismos y nos encontramos en un desierto prácticamente solos. Lo nuestro es producir y nadie se acuerda de los problemas reales que tenemos los agricultores de base. Viable es, ¿real? Hay que trabajar.
11.- Por último, los nuevos mercados. ¿Se podría acceder a ellos con el objetivo de diversificar las ventas y no malvender el producto? Está claro que hay un mercado por descubrir y nuevas formas de negocio que bajo esta nueva denominación se podrían poner en ejercicio. En los nuevos y antiguos mercados, por ejemplo, ¿por qué no hacer una cadena de franquicias a nivel europeo o a nivel mundial? A parte de controlar la producción, la calidad y las exportaciones de otros países que no compiten en las mismas condiciones que nosotros siendo fuertes podríamos incidir en todas las anomalías que se están haciendo en este sector con el tema de la comercialización. Con la ilusión y el trabajo bien hecho se gana el futuro.
Ana Rubio