El día de ayer fue maratoniano. Sonaba el despertador a las 4,30 horas de la mañana, y nos esperaba un largo viaje hacia el norte, si queríamos estar presentes en la inauguración de Prognosfruit, el mayor Congreso mundial de Manzana y Pera – que cada año se celebra en un país diferente – recalando este año en España, en la provincia de Lleida. Así que entre esta capital catalana y Almería mediaban muchos kilómetros.
Pequeñas paradas en la alicantina Orihuela, en la valenciana Sagunto y a orillas del Ebro a su paso por Tarragona hasta que llegamos a esta histórica ciudad del interior de Cataluña. El primero de los actos, antesala a las charlas y ponencias de hoy jueves, era la visita al Edificio Fruitcentre del IRTA, que viene a ser el equivalente catalán al IFAPA andaluz, al IMIDA murciano o al IVIA valenciano.
Un centro de investigación público con sangre privada
El recorrido se hizo en varios grupos tutelados por investigadores que describieron diferentes áreas como fruticultura, aprovechamiento hídrico y su gestión o mejoras en poscosecha, entre otros numerosos temas. Con todo, quizá lo que más llamó mi atención – ya que todas estas áreas las hemos retratado en numerosos post en este blog y en su correspondiente periódico de noticias – es la intensa interacción entre las empresas y este organismo público de la Generalitat de Cataluña. El 30% de las líneas de trabajo e investigación proceden de fondos públicos y el 70% de iniciativa privada. Las empresas invierten en el IRTA, que de este modo se erige como el referente en I+D de toda Cataluña. Un centro público, que gracias a la inyección de sangre privada, se coloca a la vanguardia, sorteando la crisis y las deficiencias de presupuesto de los organismos públicos. Una estrategia muy acertada, a mi parecer, y que podría servir de modelo a otros centros de similares características.
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La actividad científica del IRTA aborda la protección vegetal sostenible, el uso eficiente del agua, la poscosecha, la tecnología alimentaria, la genómica y biotecnología en fruticultura, los cultivos extensivos o la economía agroalimentaria, entre otros objetivos. Según nos explicaron durante la presentación, se perfilan como aliados estratégicos del sector productor y de su industria agroalimentaria, liderando numerosos proyectos de carácter internacional, en colaboración con otros centros o por encargo de una amplia amalgama de compañías, muchas de ellas multinacionales.
Plantas piloto y ensayos en campo
La actividad combina los trabajos que se llevan a cabo en el propio centro con su posterior implementación en fincas de ensayos. Por ejemplo, a la búsqueda de variedades se destinan 70 hectáreas, siendo la fruticultura la que copa la mayor parte de este esfuerzo investigador.
En el centro que el IRTA posee en Lleida se pueden enumerar plantas piloto de packaging, de frío, de microorganismos o de poscosecha de frutas y hortalizas; laboratorios de biología molecular, de microbiología, de patología, de frutas y hortalizas, tecnología in vitro y un largo etcétera en el que seguro me dejo en el tintero algunas áreas, aunque en una primera aproximación entiendo que ya podemos comprender la envergadura y proyección del IRTA.
Agua y poscosecha
Para terminar me detendré en dos temáticas estratégicas para el IRTA, la gestión del agua y la necesidad de una mayor vida poscosecha de la fruta.
El contexto hídrico ya nos es bien conocido. Jaume Casadesus lidera el programa del agua en el IRTA. Explicó el significado de la huella hídrica y la tecnificación necesaria para reducirla. Grosso modo, si detrás de una pieza de manzana se calcula una huella de 70 litros de agua, según la implementación de tecnología agrícola se puede disminuir en estadios a 55 litros, 49 litros, 30 litros, 28 litros, 24 litros y con alta tecnología hasta 17 litros.
Jaume Casadesus también abordó el universo del Big Data. Son bien conocidas las plataformas web para el control del riego a través de sensores, el fertirriego de precisión. Casadesus no se olvidó de los drones en su tarea de escanear el campo (salinidad, densidad de plantación, irrigación, nutrición, etc) y de los satélites que tienen como fin anticiparse a las condiciones a las que tendrá que enfrentarse el productor.
Sus compañeros Luis Asin, área de investigación en fruticultura, y Rosa Altisent, del programa de poscosecha, nos hicieron un pormenorizado recorrido por los laboratorios y las plantas piloto, siendo la poscosecha uno de los asuntos recurrentes. La implementación de la tecnología para alargar la vida útil de frutas y verduras con el fin de que llegue en perfectas condiciones a destino y mantenga sus atributos de color, peso o sabor durante más días.
Comparativas entre diferentes variedades de manzana en las mismas condiciones para testar su vida poscosecha en los lineales del supermercado. Un pequeño ejemplo. Del mismo modo con otras frutas para estudiar su deshidratación, los cambios de coloración, peso, diámetro, intensidad o posibles manchados.
Seguiremos a partir de ahora con detalle la actividad del IRTA de Lleida, que precisamente ya prepara su II Curso Internacional en Tecnología y Manejo Poscosecha de Fruta. Se desarrollará del 13 al 18 de noviembre próximos en el Edificio Fruitcentre que visitábamos ayer. Más información del curso y programación aquí
Ana Rubio