Ya sea un agricultor de invernadero de Almería o un pagès de Lleida, la problemática es la misma. Tal vez ambos crean que su sector es el más castigado por los bajos precios, quizá ambos opinen que el consumidor final no sabe apreciar lo que es un buen tomate o un melocotón o que la desunión y atomización de su actividad no se da en ningún otro lugar; pero no es cierto. Ambos, unos y otros, tienen tanto en común que las diferencias son apenas matices de color sin demasiada importancia. El propósito de este post es reflexionar sobre aquello que une a todo productor, ya sea de árboles o de plántulas, ya que esto es un blog que nació pensando en dar al primer eslabón de la cadena una voz que casi nadie le concede.
Como ya he comentado en otros artículos sobre fruta dulce, este mes de agosto Ana y yo hemos querido meter la cabeza en Cataluña. Lo habéis podido leer en distintos post sobre manzana y pera; pero ahora quiero hablar de la fruta de hueso (por ejemplo, melocotón, nectarina o paraguayo) porque este segmento del agro atraviesa desde hace 5 años una profunda crisis de precios. Hace pocos días hubo una protesta en la autovía que conduce hasta Madrid y hoy miércoles un grupo de pagesos (de la Unió de Pagesos) entregarán en la Subdelegación del Gobierno de Lleida un escrito dirigido a la ministra Tejerina pidiendo una serie de medida para salvar a un sector que ha tocado fondo.
¿Pero de esto se habla? Poco. En los medios locales de Lleida sí, pero en los regionales de Cataluña el tema va a páginas interiores y es tratado de forma superficial, con poca profundidad. Nada distinto a lo que ocurre en cualquier parte de España, donde las cuestiones agrícolas son de segunda fila, siendo generosos, por no decir de último peldaño.
Esta campaña de verano que acaba ha sido de gran tonelaje en Cataluña, debido a que las condiciones meteorológicas de invierno y primavera fueron propicias para una campaña casi récord en producción. No se puede decir que haya sido récord en malos precios porque, salvo el año pasado que hubo menos cosecha, las otras tres anteriores también fueron ruinosas. Este verano, según me comentaba ayer un pagès de Lleida, los precios de liquidación acabarán a una media de entre 0,10 y 0,25 euros/kilo, frente a unos costes de producción que varían entre 0,20-0,35 €/kg. “Hicimos unas importantes inversiones en 2010 y 2011 plantando nuevos árboles y firmando nuevos créditos, pero vino el veto ruso que nos dejó sin el 20% del mercado y ahora no sabemos hacia dónde reorientarnos”, me explicaba, “y ahora los bancos no se fían de un sector que lleva cinco años dando tumbos”, añadía el productor catalán.
El problema número 1 es poder afrontar la próxima campaña. Liquidez necesaria para la siguiente temporada, pero las entidades financieras son reacias. De ahí que éste sea, el de la refinanciación de la deuda y de las inversiones, uno de los puntos de la hoja de ruta que hoy en Lleida registrarán los pagesos y que irá remitida al Ministerio de Agricultura. Otras medidas solicitadas serán la condonación de impuestos de la Seguridad Social o el pago directo de 4.000 euros por hectárea.
Para ponérselo fácil al Ministerio estos productores de fruta de hueso solicitarán que el MAPAMA declare “perturbación de mercado” para poder acceder así a fondos y ayudas europeos a las explotaciones, sin necesidad de que el Ministerio tenga que echar mano de sus propias arcas.
La misma marejadilla
De fondo, tanto en hortícolas como en frutas, la misma marejadilla. Una oferta diseminada en origen y una distribución organizada en destino. Ya sea en castellano o en catalán, los mercados y los eslabones más fuertes de la cadena no entienden de lenguas, solo de dinámicas para aflojar precios. Siempre a la baja.
Posdata. El amigo Rafa Losilla me ha cedido la imagen de la central frutícola con la que ilustro el post.
Ana Rubio