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Mi Mar de Plástico NO es el de Antena 3

Mi Mar de Plástico NO es el de Antena 3

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Anoche acababa la serie tras su segunda temporada. Dos años de ficción en los que Ana y yo hemos seguido este culebrón sencillamente porque ha estado ambientado en nuestro mar de plástico. Ningún otro interés nos ha empujado a conectar cada semana con el show que Antena 3 emitía en horario de prime-time los lunes. Dos años en los que no he querido escribir ni un solo post opinando sobre el serial de Atresmedia hasta que éste hubiese terminado. Y después de hacerlo siento el imperativo moral de dedicarle unos minutos a una serie sobrevalorada que puede ser reflejo de la deriva nihilista de nuestra sociedad contemporánea.

Ficciones que ofrecen a la masa anónima de su audiencia masiva carnaza para engordar audiencias. Es la guerra de las televisiones, donde vale casi todo para hablar de cuotas y picos de telespectadores. Es un mercadeo. Así que después de haber exprimido sus ficciones de nuestro mar de plástico, este puñado de actores y guionistas buscarán hacer caja en otras tierras. Sin importar las verdades o las mentiras, todo se amoldará para que el relato encaje en aquello que logra subir el índice de las audiencias, ya sea el morbo, la sangre o las más bajas pasiones. No importa. Como dirían los viejos periodistas, “no dejes que la realidad te estropee un buen titular”, aquí habría que matizar “no dejes que la realidad te deje sin guión”.

El Ejido y su mar de plástico en el Poniente de Almería.Anoche después del último capítulo se emitía un coloquio en el que los actores comentaban su estancia bohemia en un hotel de Almería durante meses; el ‘colegeo’ surgido entre todos ellos, compañeros de profesión; meditaban sobre lo bonita que debe ser la profesión de actor; sobre lo divertido de su trabajo y sobre lo esnob que es interpretar todo tipo de papeles. Escuchándolos no era difícil hacer un ejercicio abstracto de pensamiento para comprender que entre estos actores todo debe ser continente, fachada, superficie, geografía carente de contenido, sin profundidad y huérfana de tierra fértil hacia adentro. En fin, que ningún espectador pudo recoger del coloquio mensaje profundo alguno porque sencillamente no lo hubo. Los protagonistas se regodearon de lo buenos que creen ser y de la suerte que sienten de ser actores (…). No añadiré más sobre la frivolidad de los personajes que viven dentro de una televisión.

Sí quiero reflexionar sobre el sentimiento vacuo que dejan dos años de visionado de una serie de ficción incapaz de transmitir humanidad ni valores. O tal vez es que pertenezco a una generación en la que se valoraba lo que hoy día se menosprecia. La nobleza, la verdad, el respeto, la búsqueda de lo mejor del hombre y no de sus miserias, la honradez e incluso la bondad de las personas. Eso ya parece desterrado de nuestras televisiones y de sus series de ficción. Tiene que ser así porque de otro modo no entiendo cómo una serie titulada ‘Mar de plástico’ ha ninguneado el significado de nuestro milagro económico, que iniciaron nuestros abuelos; ha ignorado el vergel verde bajo el plástico que da empleo y futuro a miles de personas; o a los almacenes que hacen posible que tres millones y medio de toneladas de frutas y verduras lleguen a los hogares de millones de consumidores; en definitiva, el ‘modelo Almería’ no ha existido para aquellos que han jugado a ser guionistas en una tierra en la que han aterrizado sin pena ni gloria para retratar historias sin alma y sin corazón. Bien las podrían haber ambientado en Madrid, donde esas tramas están más cercanas a la realidad, sin necesidad de haberse desplazado hasta el sur.

Hay demasiado bueno en este campo para que se juegue con tanta frivolidad con el trabajo y el esfuerzo de varias generaciones de almerienses. Aunque claro, también hay vecinos de Almería a los que debe de haberles seducido esta serie de tiros, sexo y mafias, ya que incluso hubo quien los premió por haber mostrado las localizaciones de la provincia de Almería a esos millones de números anónimos que conforman la gran masa codiciada de la audiencia.

En fin. Que nadie con una cámara relatará la historia de nuestro campo. Demasiado épica para ser televisiva, sobre todo cuando lo que vende hoy día es el lado oscuro del ser humano.

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Acerca del autor

El agro auténtico.es | JoseAntonioArcos

Licenciado en Periodismo por la Universidad de Navarra; licenciado en Ciencias Políticas y Sociología por la Complutense de Madrid, con título de experto en Unión Europea. Periodista especializado en información agrícola.

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