Por Lorenzo Rubio, periodista almeriense freelance afincado en Bruselas (Bélgica)
Desde que vivo fuera de España he podido comprobar la mala fama del campo español (en general) y almeriense (en particular). Pero esto no sólo sucede en el extranjero. Cada vez que alguien me habla de mi tierra me transmite una imagen muy diferente de lo que yo conozco, a pesar de que he nacido y crecido en el mar de plásticos.
Entre las cosas que me cuentan: grandes explotaciones masificadas con grandes propietarios adinerados, hortalizas artificiales y con niveles muy altos de pesticidas, condiciones de trabajo inhumanas, explotación…
Principalmente se debe a la protección del producto local que existe en el extranjero, apoyada por los reportajes de televisiones que cuentan mentiras o deformaciones de la realidad sobre los invernaderos. Muchas veces con imágenes de archivo antiguas que se repiten año tras año.
Llevaba mucho tiempo con el deseo de realizar una pieza así, que sirva para desmentir algunos de los bulos que existen sobre el mar de plásticos.
En 2015 ya realicé un reportaje donde hablaba sobre la multiculturalidad de la zona, hablando directamente sobre la identidad cultural de los hijos de inmigrantes y mostrando que varias culturas pueden convivir en una misma provincia: Hijos del mar de plásticos (https://youtu.be/J7KiHyA_L-Q). Pero pensaba que necesitaba algo más directo. Algo que vaya «al grano». Porque es muy difícil convencer a los que han visto año tras año los reportajes de TF1, BBC, RTS (televisiones extranjeras) diciendo que en Almería somos explotadores adictos a los pesticidas. Es casi imposible explicarles que se usa la lucha integrada, que tenemos una trazabilidad ejemplar y que a pesar de algunos asentamientos de migrantes irregulares, la mayoría de los trabajadores extranjeros de los invernaderos no son temporeros, están integrados y viven como los españoles.
Esa mala fama que las televisiones han promocionado me ha afectado directamente a mí a la hora de realizar el reportaje. Son varias las cooperativas y almacenes que no me han dejado grabar en sus instalaciones o que me han dado largas sin concretar la cita prometida. Nadie confía en un periodista que viene de Bélgica, por muy de Balerma que sea, a pesar de las recomendaciones de los socios agricultores. Igualmente, puedo entenderlo. Las personas que confiaron en mí me confesaron que más de un día de trabajo han invertido dando explicaciones a periodistas extranjeros sobre los sistemas de calidad, para que luego modifiquen las declaraciones y muestren lo opuesto a la realidad.
Pero me quedo con las 2 semanas en las que estuve grabando y siendo testigo del lado más humano de los invernaderos: agricultores que miman sus plantas como bebés para tener una buena producción, inmigrantes que llegaron en busca de un futuro para sus hijos y se sienten integrados, la pasión con la que Lola Gómez abre las puertas de su invernadero Clisol… Y estoy muy contento de haber abierto una ventanita para contemplar el lado de este mar del que no interesa hablar. Ahora toca traducirlo para que llegue a más gente.
FIRMA INVITADA: Lorenzo Rubio, periodista freelance
Ana Rubio