Los invernaderos de la escuela familiar agraria de Aguadulce son en la actualidad un campo de pruebas de tratamientos sin residuos. La profesora María Garrido coordina a un grupo de alumnos de grado superior de la EFA Campomar que están evaluando cómo poner freno a plagas como la Tuta Absoluta, en colaboración con dos empresas como son Biogard y Bioera.
“Muchos de estos estudiantes son hijos de agricultores, serán ellos los que continuarán con la actividad de sus padres, y aquí en la escuela agraria les estamos inculcando que es posible una agricultura con soluciones más sostenibles, sin residuos, como estamos analizando en el ensayo con estas dos empresas”, comenta María Garrido.
Junto a la Tuta hay también otras plagas, como la araña roja, para la que se buscan métodos que están certificados en agricultura ecológica, como algunas de las soluciones que está probando con los alumnos Yolanda Muñoz, técnica comercial para Almería y Granada de la empresa catalana Bioera. Por ejemplo, Lecitimax es un extracto de lecitina de soja y Urtinemax es un extracto de ortiga, ambos con el sello ecológico, y con un efecto fungicida y acaricida.
En este sentido son diversos los ensayos que se desarrollan en la EFA para evaluar estrategias sin residuos con las que combatir plagas y enfermedades. Centrándonos más en detalle en el caso de la Tuta, la estrategia para un control efectivo sin residuos pivota sobre tres patas o pilares.
El primero de ellos es el uso de feromonas de confusión sexual. Loli Requena, técnica en Almería y Granada de la compañía Biogard, muestra en los invernaderos de Campomar los llamados popularmente como ‘alambrillos’, esos palitos de color rojo que son difusores que emiten una feromona análoga a la feromona sexual de la hembra confundiendo al macho y evitando el apareamiento.
Una hembra fecundada puede parir hasta 250 huevos de Tuta. Así que se entiende la importancia del empleo de estas feromonas. Se recomiendan 1.000 de estos difusores o ‘alambrillos’ por hectárea, cada diez metros cuadrados y a una altura de un metro, preferiblemente en las rafias o en las propias plantas.
La segunda pata es el control biológico, la utilización de auxiliares; y la tercera y última los tratamientos sin residuos sobre las larvas. Así, Biogard está ensayando la acción foliar de un extracto de ajo sobre Tuta (larvas y huevos) con efecto insecticida. El nombre del producto es Nemguard. Del mismo modo para Tuta Biogard también ensaya en la escuela agraria Rapax AS, un Bacillus thuringiensis en una formulación acuosa (agua) con altas eficacias y compatible con los auxiliares. Ambas herramientas de Biogard están certificadas para agricultura ecológica.
Por su parte la otra compañía que también participa en este ensayo, Bioera, está implementando productos en eco, en base a extractos, logrando reducir significativamente la población de Tuta, evitando que la larva concluya su ciclo. Entre los productos que se están implementando está Actone y Arbins Tut.
“Este año en la escuela agraria nos hemos centrado en hacer ensayos en cultivos como tomate o berenjena, pero el año que viene ampliaremos a calabacín, pepino y papaya”, concluye la profesora de Campomar, María Garrido, mientras abre la puerta del invernadero de las papayas.
Ana Rubio